¡Llegaron las Posadas!

 

Foto: Bertha Herrera para La Vitamina T

Diciembre es época de fiesta, de compartir y de abundantes sabores de temporada ¿quieres saber el origen de estas celebraciones? Aquí te lo decimos

POR MARICHUY GARDUÑO/ FOTOS: BERTHA HERRERA

El 16 de diciembre inicia la primera posada, la cual es un festejo popular mexicano y un deleite gastronómico. También es un regocijo para disfrutar la fruta, colaciones, ponche y algunos antojitos deliciosamente decembrinos.

La historiadora María Fábregas dice que el origen de las posadas se remonta a tiempos anteriores a la conquista, cuando los indígenas celebraban el nacimiento de Huitzilopochtli, dios de la guerra.

“Los religiosos agustinos llegados a tierras americanas para evangelizar a los nativos, suplantaron la imagen de Huitzilopochtli por la de María y José.

“En un principio, los religiosos oficiaban la misa e intercalaban escenas alusivas a la Navidad; los asistentes se reunían en el templo y en el atrio. Las calles se adornaban con farolas y enseñaban a los indígenas cantos religiosos para amenizar el festejo. Inteligentemente, los evangelizadores utilizaron ofrendas similares a las brindadas a los dioses prehispánicos: flores, comida, música y danzas, ritos que les eran familiares a los convertidos”, explica Fábregas.

LOS NUEVE MESES DE MARÍA

La historiadora agrega que, desde hace más de 400 años, las posadas se realizan del 16 al 24 de diciembre, tiempo en el que se simbolizan los nueve meses de embarazo de la Virgen y el peregrinar de María y José desde su salida de Nazareth hasta su llegada a Belén que culmina con el nacimiento del Niño Jesús.

Fray Diego de Soria, prior del convento de San Agustín Acolman, en 1587 le solicitó autorización al Papa Sixto V para oficiar misas, denominadas “aguinaldos”, en los mismos días de las posadas; obtuvo el permiso y la primera fue oficiada en el monasterio de Acolman. La costumbre se extendió a otras parroquias y las misas se desarrollaban en los atrios de las iglesias; al terminar la ceremonia, se organizaban procesiones, oraciones y festejos amenizados con comidas y frutas.

A principios del siglo XIX, la costumbre de reunirse en los atrios pasó a las casas y los peregrinos, encabezados por María y José, caminaban con velas que iluminaban su paso y tocaban de puerta en puerta pidiendo posada para pasar la noche.

En la actualidad en México, las posadas son una gran fiesta donde los majares navideños no se hacen esperar. Por supuesto las piñatas, una alegoría del pecado (llamativo por fuera, pero hueco por dentro) son elemento infaltable de la algarabía nacional, la cual una vez que se rompe (con los ojos vendados porque la fe es ciega) llena de júbilo a chicos y grandes con sus dulces y frutas, sinónimo de fiesta con sabor.

Para deleite de nuestros lectores, tenemos el placer de publicar el trabajo de nuestras colaboradoras, la periodista Marichuy Garduño y la fotógrafa Bertha Herrera. Encuentren más sobre estas pioneras del periodismo gastronómico mexicano en su página www.conapetito.com.mx